El
almacén del INTA, en Rosario, nació como proyecto institucional en septiembre
del año 2017. Visibilizar los productos de la agricultura familiar, fortalecer
su inserción en los mercados y generar estrategias innovadoras de
comercialización solidaria son algunos de sus principales objetivos.
Por Claudio Pairoba*
Juan Manuel Gomila estudió economía y
administración agraria en la Facultad de Agronomía de la UBA. En su rol de coordinador
de Alma Rural nos cuenta detalles de este innovador abordaje para la
valorización y comercialización de productos provenientes de pequeños y
medianos establecimientos productivos de toda la Argentina. El proyecto es un
emprendimiento del Grupo INTA formado por el propio INTA, la Fundación
ArgenINTA e INTeA S.A.
¿Qué
es Alma Rural?
Cuando uno dice que Alma Rural (AR) es
un almacén pareciera que el proyecto solo vende productos, pero nuestra
finalidad, como instituciones de investigación y desarrollo, es el trabajo técnico;
trabajo que a veces encuentra limitaciones en el territorio porque no siempre
logramos ensamblar exitosamente lo productivo con lo comercial.
La
idea entonces es fortalecer este aspecto.
Así es. La idea es pensar cómo construir
o adecuar espacios de comercialización para estos productos, que en muchos
casos están asociados a pequeñas familias productoras carentes de acceso a
herramientas de marketing o comunicación.
De ahí nace AR; de esa necesidad técnica que tiene el INTA y que se transforma
en un proyecto integral de comercialización. Si bien estamos hablando de vender
productos, el concepto del proyecto no se agota allí, sino que de alguna manera
busca explorar las condiciones y estrategias más favorables para comercializar
este tipo de productos de la agricultura familiar.
Imagino
que la comercialización es distinta si comparamos con productos de escala
masiva.
Si uno quisiera comercializar una
cerveza de marca reconocida más o menos sabe cómo hacerlo; ya hay un nicho
creado, una necesidad y un consumidor, un precio, una historia y la masividad
asociado a su consumo; en el caso de la agricultura familiar, cuyos productos
tienen atributos altamente diferenciales, no está del todo trabajado el
posicionamiento en los mercados. AR tiene ese propósito: estudiar el
comportamiento de los productos de la agricultura familiar en el mercado que
podríamos llamar masivo, pero siempre con la mirada puesta en el concepto de
intermediación solidaria, porque sabemos que en esta nueva forma de
comercializar todos los actores son importantes: el productor, el agente de
desarrollo o técnico y el consumidor.
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Técnico del INTA y productor en plena tarea. (Foto: Alma Rural).
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¿Cuál
es el rol del consumidor?
El consumidor tiene un gran desafío ante
AR: explorar el consumo responsable. Al elegir productos de AR no solo está satisfaciendo
la necesidad de consumir, sino que también está “comprando” una historia, una
persona, un paisaje y apoyando un proyecto de desarrollo local; por lo tanto,
el proyecto también contempla como partícipe necesario al consumidor, además de
al técnico del INTA y al productor del alimento.
¿Cuánto
incide el tamaño del mercado al que apuntan?
Muchas veces los productos tienen una
escala productiva limitada, o sea que también es importante el tema de
magnitudes. Cuál es el mercado que queremos crear para los productos que
todavía no son de producción masiva. Es necesario el diálogo permanente entre
los atributos, muchos; finalmente, el productor tomará la decisión de hacer un
salto tecnológico para generar la progresión o conservar la originalidad del
producto asociada a su forma de producción. Lo que sí es importante aclarar es
que AR busca generar estrategias apropiables por terceros; nuestra motivación
es técnica y radica en la investigación y el desarrollo.
La
idea principal, entonces, sería generar un modelo de negocios que sea
replicable por otros interesados.
Exactamente. Nosotros queremos generar
estrategias que otros puedan tomar con éxito; en otras palabras, generar
conocimiento que lo pueda emplear otra persona (pública o privado) para
replicar la experiencia comercial, sin tener que sufrir todos los cuellos de
botella que nosotros fuimos sorteando en el desarrollo del proyecto. Un poco
esa es la función de un organismo público que genera tecnología.
¿El
próximo paso serían las concesiones?
Sabemos que en algún momento, y estamos
trabajando para que suceda en breve, vamos a concesionar AR para que un privado
lo tome, manteniendo la filosofía e implementando todos los manuales de gestión
que hemos desarrollado para que así sea. Ya nos han llegado cuatro pedidos
puntuales de privados de diferentes partes del país que quieren instalar un
almacén AR.
El
INTA sería algo así como un intermediario solidario.
Así es. Lo podríamos llamar
comercialización solidaria, concepto que hoy en día está muy instalado.
Comercialización por intermediación solidaria. Uno intermedia en el mercado para
facilitar un acuerdo comercial responsable entre productores y consumidores. El
INTA no quiere ganar dinero con esto, explora el mercado solidariamente.
¿Los
productores son conscientes de la singularidad de sus productos?
Algunos tienen muy bien desarrollado el
posicionamiento de su producto, pero hay otros que pierden de vista lo diferencial
que es su producción, tal vez porque al ser un proceso rutinario y tradicional
para ellos lo toman como algo normal y ordinario. Por ejemplo, el secado de la
yerba mate bajo sistema barbacuá, que era el método que usaban los pueblos
originarios y que permite un cebado más duradero de la yerba, podría ser para
el productor algo normal pero en el mercado es un atributo diferenciador. Ahí
es donde el proyecto aporta valor, posicionando estratégicamente el producto.
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Desde el INTA trabajan para valorizar las características de cada producto. (Foto: Alma Rural).
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¿Cómo
se comercializaba antes de AR?
INTA siempre trabajó muy fuerte en el
desarrollo de los grupos de abastecimiento local (GAL) y otras estrategias de
comercialización como las ferias de productos y productores; AR es la primera
estrategia comercial que incluye productos de todas las regiones país para volcarlos
en un mismo canal de venta.
Mencionaste
la generación de conocimiento como uno de los objetivos del proyecto. ¿A qué
tipo de conocimiento te referís?
Generamos distintos tipos de
conocimiento. Uno que tiene que ver con hacerle aportaciones técnicas al propio
INTA. El instituto tiene una enorme plataforma de profesionales en el
territorio que genera asistencia técnica a emprendimientos productivos. Es
importante que los técnicos conozcan qué pasa con ese producto, que ellos ayudan
a producir, al exponerlo en el mercado de manera que la asistencia contemple
las particularidades de la comercialización. Otro tipo de conocimiento es el de
cómo gestionar un local comercial con esta identidad de productores; en este
sentido vamos protocolizando la experiencia a través de un manual de gestión con
temas diversos: estrategias de valorización y comunicación, fijación de
precios, marketing digital, facing del local, selección y tratamiento de
proveedores, entre otros aspectos.
¿El
almacén de Rosario es el único o hay más?
Hoy es el único abierto y tenemos cuatro
pedidos de Formosa, Chaco, El Bolsón y Pergamino para generar almacenes allí.
Estamos esperando la decisión administrativa del INTA y por otra parte tratando
de desarrollar el e-commerce de AR, para vender a diferentes puntos del país.
Esto será también una oportunidad muy valiosa de generar conocimiento sobre la comercialización
digital.
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Alma Rural tiene su local en el Mercado del Patio de Rosario. (Imagen: Alma Rural).
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¿Quiénes integran el equipo de trabajo?
Por un lado, el personal de atención del local; por otra parte, los equipos de comunicación del INTA, gestores de redes sociales, las áreas técnicas de la Fundación ArgenINTA, responsables del eje de generación de conocimiento y valorización, y la administración liderada por INTeA y el INTA de Oliveros. La selección de los proveedores la realizamos desde el equipo de Fundación ArgenINTA y pueden ser propuestos por las diferentes delegaciones del INTA o bien ser exploratorios. Aproximadamente el 80% de los proveedores que tenemos hoy en góndola tienen algún tipo de vinculación técnica con el INTA.
¿Qué
características deben tener los productos que se ofrecen en AR?
Tenemos dos instancias en la selección
de proveedores. Una es el filtro administrativo referente a que el productor
tenga en orden la cuestión contable, de habilitaciones y permisos. Nosotros
también ayudamos en este proceso para poder hacer que una pequeña unidad
productiva pueda reglamentarse y así conseguir el tránsito federal, y los demás
requisitos para comercializar. La otra etapa de la selección es la evaluación
integral del producto a través de una degustación (sabor, textura, etc.),
evaluación de su packaging, etc. También incide en la selección la diversidad
de productos y familias de productos que deseamos ofrecer en el local.
¿Cuál
es la historia de los proveedores?
Hay de todo. No solo trabajamos con
emprendimientos unipersonales o familiares, también lo hacemos con pequeñas
empresas, cooperativas y grupos de cooperativas. Hay una cadena muy amplia de
actores, algunos con mucha antigüedad en lo que hacen. Las cooperativas de por
sí son estructuras que empezaron a proliferar hace ya tiempo y por lo tanto
tienen una larga y rica historia, mientras que también hay productores muy
nuevos que se interesan por el tema y también empiezan a pensar qué pueden producir
de distinto; es así que generan productos interesantes que no tienen esa base
histórica pero que sí expresan los valores del proyecto.
¿Qué
otros proyectos tiene la fundación?
La Fundación ArgenINTA tiene un área de
proyectos de desarrollo liderada por el ingeniero agrónomo Guillermo González
Castro y de quien dependemos los coordinadores de los proyectos. AR uno de
ellos. Otro es “Del territorio al plato”, un proyecto muy interesante que tiene
como propósito comunicar y valorizar los alimentos y las cocinas de nuestro
país, trabajando articuladamente con productores, cocineros, educadores y
prensa. Otro proyecto es el de “Finanzas”, enfocado en generar alternativas
adaptables de financiamiento para los emprendimientos productivos con escaso
acceso al crédito. Finalmente, el “Premio ArgenINTA”, un reconocimiento a la
calidad agroalimentaria que busca destacar el esfuerzo de los hombres y mujeres
del campo argentino premiando proyectos educativos, innovaciones en alimentos,
jóvenes emprendedores, etc. En resumen, los proyectos expresan una línea
integral de trabajo institucional.
¿Qué
les dirías a los que no saben de AR?
A los productores les diría que crean en
lo que están haciendo. Cuando uno hace las cosas con convicción, trabajo y
amor, eso de por sí tiene un valor que muchas veces cuesta monetizarlo. Y esto
viene a colación de lo que les diría a los consumidores, entre los cuales me
incluyo: también como agentes de consumo somos responsables de lo que pasa en
el mercado. Poner nuestro dinero en A o B y no ponerlo en C es una decisión.
Comprar en la góndola de un hipermercado o de un almacén también es nuestra
decisión. En AR tratamos de crear la conciencia de que las decisiones
responsables y solidarias de consumo pueden darle sostenibilidad a muchos
proyectos familiares y pequeños emprendimientos productivos.
¿Qué
es AR para vos?
Es la oportunidad de que nuestro trabajo
profesional se convierta en un servicio. El INTA en general, y la Fundación
ArgenINTA en particular, tienen mucho de servicio; no son organismos técnicos-académicos.
Su espíritu es de servir al otro, en este caso al otro rural, y contribuir al
desarrollo local sustentable. Como profesional, AR es la oportunidad de
convertir mi vocación profesional en un servicio a la comunidad.
Excelente!
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